TALENTO versus ILUSIÓN

He estado trabajando en el sector IT más de 40 años de mi vida, de entre ellos 25 en la vertiente de negocio y más de 15 desde la de Recursos Humanos. Tuve la suerte, en 1977, de empezar a trabajar en una Compañía Multinacional en la que el “Factor Humano” era parte integrante de los objetivos corporativos, donde el management no sólo era evaluado por sus resultados, sino también en cuanto a la opinión subjetiva del resto de los miembros de su equipo. Cito esta referencia para exponer que los conceptos “integración, dedicación, compromiso, obtención de resultados, voluntad de aprendizaje, etc.”, han sido y son para mi conceptos muy usuales.

 

En los últimos años, se ha extendido de forma amplia la palabra “talento” como requisito cuando nos referimos a la búsqueda de profesionales. No hay presentación, exposición o mesa redonda en donde la palabra “talento” no salga en repetidas ocasiones. Y yo me pregunto: ¿por qué no hablamos de implicación en un proyecto, de integración, de voluntad de aprendizaje, de mentalidad positiva y, por supuesto, de ganas de trabajar? Porque convendrán conmigo que, por mucho talento que tenga un profesional,  como este considere que el proyecto en el que está involucrado no le satisface, no será la persona adecuada para la posición que desempeña.

 

Cuando los clientes nos demandan profesionales con “talento”, en muchos casos y tras entrevistarse con diversos profesionales,  observo que finalmente eligen a aquel profesional que cubre un conocimiento determinado basado en una experiencia. En consecuencia, el concepto “talento” en su amplio espectro, pasa a una segunda posición.

 

Siempre he pensado que “lo que no se sabe se aprende”, pero la actitud de las personas va inscrita en cada una de ellas como si fuera parte de su ADN. He visto en mi vida profesional, personas del área de ventas que han pasado a Recursos Humanos, otras de postventa que han pasado a Marketing, otras de Administración evolucionando al Área Comercial, etc. En todos los casos, más que el conocimiento de la función, existía una actitud muy positiva para abordar nuevos retos, experiencias distintas y una gran voluntad de crecimiento personal.

 

En consecuencia, ¿qué interpretamos por talento? ¿El nivel de inteligencia de una persona? ¿Tener diversos certificados académicos? ¿Una experiencia circunscrita a una especialización determinada? ¿Haber demostrado buenos resultados? Tal vez deberíamos valorar el concepto “Ilusión”. Con este concepto me refiero a ilusión por pertenecer a una empresa, por pertenecer a un grupo o equipo, ilusión por llevar a cabo un proyecto, por conseguir unos objetivos, por aprender, por crecer, y por supuesto, por trabajar. Una persona con “ilusión” es sin duda una persona con “talento”. Un profesional con talento pero sin ilusión, no creo que sea la pieza clave del “juego de ajedrez empresarial” en el que estamos involucrados en estos momentos.

 

Me pregunto, ¿cómo se puede detectar esta ilusión solamente leyendo un currículum? ¿Cómo se puede detectar esta ilusión en una entrevista de 5 minutos por teléfono? ¿Cómo se puede detectar esta ilusión presentando currículums sin haber entrevistado a los candidatos?

 

Tal vez valdría la pena reflexionar si los métodos de selección utilizados por algunas organizaciones en estos momentos son los más adecuados para poder identificar, con solvencia y seguridad la “ilusión” y el “talento” de los profesionales.

 

Después de tantos años, me satisface aún tener ilusión, me satisface que mi equipo tenga ilusión y nos satisface transmitirla a todo nuestro entorno personal y profesional.